sábado, 19 de enero de 2008

RILKE: Cartas a un joven poeta



Yo atribuía a Rainer María Rilke esos versos que luego el grupo Mecano popularizó en una canción

Una rosa
es una rosa
es una rosa
es una rosa…

pero no lo he encontrado.

http://amediavoz.com/rilke.htm
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2210


Pocas veces leo un libro por segunda vez, pero éste era un caso especial porque es muy corto y ando buscando algo concreto: aquello que dice …el artista, una vez acabada su obra, se queda indiferente, sentado encima de una piedra, limándose las uñas… (o algo similar). Como no lo he encontrado, debe ser de “Retrato del artista adolescente” de James Joyce. Los leí por la misma época, cuando mi tutor de proyectos nos hablaba sobre la creatividad. Le debo a mi tutor casi todo lo que sé, bueno después de 25 años de profesión quizá ya no todo, pero sí mucho… sobre todo las puertas que abrió ante mis ojos y su vocación contagiosa. Nos demostró lo mucho que influye un maestro en sus pupilos, hasta el punto de llegarte a hacer amar u odiar la asignatura.
Volviendo a Rilke, cuya poesía me dijo poco en su día. Hoy he vuelto a ojear sus versos y lo mismo. La poesía si no es en idioma original pierde su musicalidad, y aún siendo en el idioma que mejor me muevo que es el mío, cuesta, me cuesta.
Sin embargo las cartas son hermosas, muy correctas, llenas de sabias reflexiones. Aquí comento algunas.
- Rilke aconseja a su poeta que debería abandonar la escritura si siente que puede vivir sin ella. Esto me recuerda a mi entrada del 14 de diciembre, escrito en el Taller de Las Conchas en 2005.
- También recomienda paciencia, “… pero viene –se supone que “la Musa”- sólo para los pacientes, que están ahí como si tuvieran por delante la eternidad, de tan despreocupados, tranquilos y abiertos”.
- Era un feminista intuitivo, sin saberlo, sin la etiqueta. Dice que llegará un día en que el hombre y la mujer se busquen no como seres opuestos sino como hermanos, como personas.
- Sobre la soledad, la cual no rechaza en absoluto, recomienda sentirla como de niños, que mirábamos a los mayores sin entender lo que hacían ni el porqué. Es cierto que los niños están bastante solos, pero no sufren demasiado por ello (¿?) Al menos yo viví así mi infancia: con mi gran mundo interior fabricado por y para mí, en compañía de los lápices, del papel y de la danza.
- “… Y este amor más humano… que consiste en que dos soledades se defiendan mutuamente, se delimiten y se rindan homenaje.”


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