viernes, 25 de enero de 2008

El día que descubrí a Nietzsche


Ha sido en la madrileña calle de Santa Engracia, el 23 de enero de 2008. En una librería de compra-venta, encantadora, inusual en estos tiempos.

Confieso mi agujero en Filosofía. Me sonaba el nombre pero no conozco su obra, ni sus ideas. Ojearlo me picó la curiosidad: nada pedante, muy asequible: "El caminante y su sombra". Confieso que me está fascinando.

(CONTINUARÁ...)
De su prólogo:
"Ser libre es estar solo"
" Nietzsche reniega de quien expone sus dolores para suscitar compasión"
Aforismo 7.
"Si existen los dioses, no se ocupan de nosotros" (Epicuro)
"... Se cede unos pasos ante el adversario y así se le dispone mejor a escuchar y reflexionar"
"... Primero: si es así, no nos importa; segundo, puede ser así, pero también puede ser de otra manera".
Aforismo 16.
" No tenemos una total necesidad de estas certezas para vivir una vida humana sólida y plena, como tampoco tiene necesidad de ellas la hormiga para ser una buena hormiga"

lunes, 21 de enero de 2008

El amor en los tiempos del cólera

Parece que está teniendo malas críticas (esta frase la escribo una semana después del texto siguiente).
No recuerdo apenas la novela. Seguro que es mucho mejor que la película; suele suceder. Y más sucederá con las que, como ésta, son “folletín”. Seré justa: no está mal, no está mal. Lo que me chirriaba era el maquillaje, algo en lo que apenas me fijo, pero si me ha chocado es que no era bueno. Javier Bardem, quien me gusta como actor y como hombre (lo descubrí en “Jamón, jamón”, mucho antes de que se hablara de él) está bien, como no se podía esperar menos; pero la caracterización… pues eso: que algo cantaba. Ella, para mí desconocida, está bien también, bien a secas, a pesar de su visible capa de maquillaje, tanto de vieja como de joven.
Lo mejor, los paisajes: Colombia al rojo vivo, desde la tierra, desde el aire… y la reflexión sobre el amor, que ignoro si será transcripción de la novela; mucho me temo que algo de traición habrá. En realidad el espectador a veces piensa que ella ama a Florentino (a Bardem) y a veces que no. Lo mismo sobre el marido, personaje algo insípido (otra traición al original –me temo-). Y no es que ella en un tiempo amara a uno y después a otro, lo que se comprendería, sino que en el constante flashback se queda uno dudando del auténtico sentimiento de ella en los momentos más cruciales. Tal vez es que ella como actriz sea algo inexpresiva, pero más bien parece mala labor de dirección y de montaje.
Es una pena no tener ahora el tiempo y la serenidad para leer la novela, que será larga. Una ya es algo mayor y tiene poco tiempo para folletines de quinientas páginas, por muy bien escritos que estén. Me quedo con las ganas de saber si los dilemas que se sugieren en el filme se tratan con profundidad en el texto de García Márquez: si el amor es sólo una ilusión, si lo importante de la pareja es la estabilidad y no la felicidad, si es posible estar enamorado toda una vida de la misma persona (parece fantasía literaria: la persona no será ya la misma en ningún caso transcurridos cincuenta años)…
La música, voz de Shakira, me ha parecido bien, encajada.

sábado, 19 de enero de 2008

RILKE: Cartas a un joven poeta



Yo atribuía a Rainer María Rilke esos versos que luego el grupo Mecano popularizó en una canción

Una rosa
es una rosa
es una rosa
es una rosa…

pero no lo he encontrado.

http://amediavoz.com/rilke.htm
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2210


Pocas veces leo un libro por segunda vez, pero éste era un caso especial porque es muy corto y ando buscando algo concreto: aquello que dice …el artista, una vez acabada su obra, se queda indiferente, sentado encima de una piedra, limándose las uñas… (o algo similar). Como no lo he encontrado, debe ser de “Retrato del artista adolescente” de James Joyce. Los leí por la misma época, cuando mi tutor de proyectos nos hablaba sobre la creatividad. Le debo a mi tutor casi todo lo que sé, bueno después de 25 años de profesión quizá ya no todo, pero sí mucho… sobre todo las puertas que abrió ante mis ojos y su vocación contagiosa. Nos demostró lo mucho que influye un maestro en sus pupilos, hasta el punto de llegarte a hacer amar u odiar la asignatura.
Volviendo a Rilke, cuya poesía me dijo poco en su día. Hoy he vuelto a ojear sus versos y lo mismo. La poesía si no es en idioma original pierde su musicalidad, y aún siendo en el idioma que mejor me muevo que es el mío, cuesta, me cuesta.
Sin embargo las cartas son hermosas, muy correctas, llenas de sabias reflexiones. Aquí comento algunas.
- Rilke aconseja a su poeta que debería abandonar la escritura si siente que puede vivir sin ella. Esto me recuerda a mi entrada del 14 de diciembre, escrito en el Taller de Las Conchas en 2005.
- También recomienda paciencia, “… pero viene –se supone que “la Musa”- sólo para los pacientes, que están ahí como si tuvieran por delante la eternidad, de tan despreocupados, tranquilos y abiertos”.
- Era un feminista intuitivo, sin saberlo, sin la etiqueta. Dice que llegará un día en que el hombre y la mujer se busquen no como seres opuestos sino como hermanos, como personas.
- Sobre la soledad, la cual no rechaza en absoluto, recomienda sentirla como de niños, que mirábamos a los mayores sin entender lo que hacían ni el porqué. Es cierto que los niños están bastante solos, pero no sufren demasiado por ello (¿?) Al menos yo viví así mi infancia: con mi gran mundo interior fabricado por y para mí, en compañía de los lápices, del papel y de la danza.
- “… Y este amor más humano… que consiste en que dos soledades se defiendan mutuamente, se delimiten y se rindan homenaje.”


domingo, 13 de enero de 2008

Irina Palm


Comentario de la película.
Al hacerlo en el blog, podré siempre recordarla, pues tengo una facilidad pasmosa para olvidarme del argumento y de todo, quedándoseme sólo grabada la noción de que me gustó, cuando así fue.
Esta co-producción europea (Bélgica, Alemania, Luxemburgo, Reino Unido, Francia) parece desarrollarse en Inglaterra, entre un pueblito carca y cotilla y Londres.
Un argumento complejo, fácil de caer en lo sensiblero, o en lo macarra, o en ambas cosas. Pero la naturalidad de la actuación de la protagonista, Marianne Faithfull (desconocida para mí hasta ayer), contribuye sin duda a dar a la narración un toque de frescura, a desdramatizar. Ella interpreta el papel de una abuela viuda, pueblerina e inexperta laboral, que adora a su nieto, un chaval de unos ocho años, postrado en la cama de inicio a fin de película. Cuando la única esperanza de curación, les anuncian, se encuentra en un hospital de Australia, viaje que no pueden costear, la abuela patea las calles de Londres en busca no se sabe de qué. Acaba encontrando trabajo en un club sexual, de "pajillera", que acaba aceptando no sin serias dudas. Hasta aquí, todo original y muy bien tratado.
El que Irina Palm, su nombre como pajillera, alcance el éxito laboral en su "oficio" y que al final surja el amor entre ella y el dueño del club, suena a final feliz made in Hollywood. Poco creíble, la verdad.
Pero en fin, el final facilón no empaña la buena interpetación de todos, ni la originalidad del planteamiento que pone de manifiesto, una vez más, la hipocresía de la "gente decente", especialmente en materia sexual, incluido el hijo de Irina (padre del niño enfermo) que se avergüenza de la hazaña de su madre antes que valorar su sacrificio por la curación del nieto.
Buena ambientación, exterior e interior. En las pocas escenas al aire libre, huele a Europa central aunque a mí me pareció, no sé porqué, Inglaterra, Londres. El club de alterne que hace una contraoferta laboral a Irina, desternillante.
Es el segundo largometraje del director, Sam Gabarski (Alemania, 1948), que con 50 años se puso a rodar su primer corto. Toda una lección de que "nunca es tarde si la dicha es buena", lo que anima a seguir escribiendo y a lo que a uno le guste porque

Cualquier día es bueno para empezar.

viernes, 11 de enero de 2008

La loca de la casa.


Así llamaba Teresa de Jesús a la imaginación, ese “caballo desbocado” que llevamos dentro. Y es también el nombre que escogió Rosa Montero para este libro que ya acabé y que tantas puertas me ha mostrado.
Dice la autora que un escritor debe arrojar preguntas y no ofrecer respuestas.
El librito es de un género inclasificable a medio camino entre el ensayo, autobiografía y recopilación biográfica de diversos escritores. Ella misma, Rosa, dice que empezó queriendo ser un estudio (uno más) sobre el oficio de escribir, y acabó siendo lo que es. Ésto me recuerda al tutor de mi proyecto de fin de carrera, cuando decíamos:
- Aquí quiero que sea…
- Déjalo ser a ello por sí mismo, déjalo hablar, dale vía libre… - corregía él, ya casi anciano, sabio y lúcido siempre.

Es decir, el objeto creado, o en proceso de creación, llega a adquirir vida propia, se nos escapa. Como el caballo desbocado, a veces quiere ir no sabemos dónde, y la labor del creador consiste precisamente en domarlo, llevarlo a algún sitio. Al contrario que la vida misma que, como bien señala Montero, casi nunca tiene un principio ni un final que dé sentido coherente a una historia completa.
Rosa relaciona novela con ciudad, con locura y muerte. El poema es rural, la novela responde a un orden más urbano. Claro que cuando fue escrito aún no había hecho sino empezar lo que después se ha venido a llamar la “burbuja inmobiliaria”, cuyo estallido intuido por casi todo el mundo, hoy escandaliza. Rosa hablaba del orden urbano de la ciudad romana, por ejemplo, no del caos y desenfreno urbanizador que se ha dado en la última década.
No por ir contra corriente, sino esta vez por puro azar, este libro cayó en mis manos cuatro años después de su lanzamiento con lo que me he ahorrado bastantes euros, aunque no sólo eso: también la influencia del lanzamiento editorial y de las críticas, porque si en su momento escuché o leí algo sobre ello, ya no lo recuerdo (ventajas de tener mala memoria). De la memoria también habla Rosa: de los escritores puntillosos o descriptivos a lo Tolstoi, por contraste con los “minimalistas” que apenas dan detalles. Yo también, como ella, me apuntaría a estos últimos si tuviera la osadía de considerarme a mí misma escritora; por mi mala memoria, pero también por gusto: cada vez amo más la concreción, el grano; y cada vez me interesa menos lo superfluo. Por eso últimamente disfruto con los micro-relatos que exigen un gran esfuerzo de síntesis, lo cual sirve no sólo literariamente sino para la vida en general.
“La esencia de la locura es la soledad”, dice la autora, para a continuación sugerir que los que escribimos nos encontramos en ese punto medio fronterizo entre lo “normal” y lo “patológico” (entre la neurosis y la psicosis, distinción que me explicó perfectamente M.O. una gran psicóloga). Y sí, estoy muy de acuerdo. El artista, el creador (sea escritor, pintor, compositor musical, da lo mismo) anda siempre haciendo equilibrios entre el mundo firme, real, y el mágico o imaginario. Si traspasa la frontera hacia el mundo sólido y verdadero se le agota la creatividad. Si se cae al otro lado, ¡ay! se enredará en el maremagnum de lo infinito y con ello perderá la capacidad de ser comprendido; en definitiva dejará de comunicar.
Y por hoy basta.
¿Tendré que pedir permiso a la editorial para subir esto a mi blog?

domingo, 6 de enero de 2008

Publicidad sin escrúpulos. MICRO-RELATO



“Esto es el infierno.” La doctora escucha pacientemente todos los síntomas de Juan: ahogo en el pecho, dificultad para respirar, un nudo permanente en la garganta y, sobre todo, una desgana enorme para cualquier esfuerzo. Garabatea una receta. “Ya verá como en dos semanas empieza la mejoría.” Todo en blanco y negro, o más bien en una tenue gama de grises. De repente, a todo color, saliendo de un túnel para introducirse en un paradisíaco paisaje, el Princet 505, deportivo de vanguardia. El conductor, orgulloso y sonriente, es Juan.
Concurso de Micro-Relatos Cadena SER
Noviembre 2007

sábado, 5 de enero de 2008

Ejercicios


Breve carta de amor.

Aquel día que apareciste en la biblioteca, estaba lejos de imaginar lo importante que ibas a ser en mi vida. No fue lo nuestro un flechazo, sino el comienzo de algo que nace y crece dulcemente, poco a poco. Pasando gozos y sombras, hemos compartido cien años de soledad. De tu mano aprendí a ser fingidor, primer paso en el camino del poeta. He visto paisajes por todo el mundo y he conocido tanta, tanta gente…
Contigo en fin, aprendí a amar. Hoy me siento plena y mi único deseo por satisfacer es retenerte siempre junto a mí.
Lo que no sé es cómo me las voy a arreglar para darles la noticia a papá y mamá; ¿te imaginas la presentación?:

- Estos son mis padres; aquí: mis libros favoritos.

TALLER CASA DE LAS CONCHAS
Ejercicio para el lunes 24 de octubre de 2006,
“Día de los libros y las Bibliotecas”.
Jornada de puertas abiertas.

jueves, 3 de enero de 2008

RELATO: La cuarta edad.

A JACK, el perfecto jubilado.

Organizó su nueva vida de jubilado meticulosamente: después de levantarse a las ocho de la mañana, se aseaba y enfundado en su chándal, caminaba a paso ligero durante una hora por el parque. Una ducha reconfortante y desayuno a base de una pieza de fruta, un yogur desnatado con bífidos edulcorado con azúcar de caña integral y un puñado de muesli.
La mañana se consumía en limpiar y ordenar su hogar, hacer la compra y cocinar, y aún le sobraban un par de horas para leer a los clásicos.

Su almuerzo consistía en doscientos gramos de verdura hervidas aderezadas con una cucharadita de aceite de aceite de oliva y vinagre balsámico, pescado al horno o filete desgrasado de ave a la plancha. Nada de sal: sólo ajo, perejil y otras especias favorecedoras de la circulación sanguínea y reductoras de los niveles de azúcar y colesterol.
Sus tardes, tras una breve siesta, consistían en un paseo y visitas a galerías de arte, tertulias literarias o conciertos de música clásica y la asistencia a alguna ONG o asociación sin ánimo de lucro como voluntario.
A últimas horas vespertinas, lunes, miércoles y viernes a las clases de Tai-Chi que organizaba el Ayuntamiento, mientras que los martes y jueves estaban reservadas para Pilates.
Completaba su jornada una cena frugal a base de tortilla francesa o un huevo cocido, un poco de queso fresco desgrasado y dos piezas de fruta. Todo ello acompañado de un par de tostadas de pan integral sin sal, sin azúcar y hasta sin pan.
Y antes de abandonarse en brazos de la noche, aún le dedicaba un tiempo a la meditación o a la lectura de algún libro sagrado.

Y así, vivió con un envidiable estado de salud hasta los ciento tres años.

El día de su cumpleaños, se permitió la dulzura de vaguear en la cama hasta, por lo menos, las once de la mañana. Llovía mucho y se dijo que ya no tenía edad para empaparse, de forma que renunció a su paseo por el parque y se quedó a contemplar la lluvia por la ventana y escuchar su sonido.
Arrastrado por la pereza, llenó su bañera y se sumergió sintiendo el placer del agua jabonosa sobre su piel.
Decidió que era un buen día para gastarse algún ahorrillo e invitar a su hija, sus nietos y bisnieto a comer en algún restaurante. Fueron los cinco a un asador donde degustaron cochinillo asado con patas fritas, después de unos langostinos de aperitivo. Lo acompañaron con varias botellas de vino tinto (el más caro de la carta) y finalmente brindaron con cava. Los pastelitos con nata y chocolate de postre le recordaron otros tiempos ya casi olvidados, y se emocionó con las imágenes y sensaciones que vinieron encadenadas a la rememoración de esos otros tiempos.
Por la tarde rieron juntos viendo un programa banal en la televisión y como estaba algo pesado por la comida, ese día no asistió a su clase de Tai-Chi. Sin embargo, para acabar de celebrar que ya había vivido ciento tres años, a última hora de la tarde tomó un par de cañas de cerveza con un pincho de boquerones fritos y otro de callos.
Aquella noche Morfeo le llamó suavemente, pero la Parca se lo arrebató de su regazo.
Su cadáver reposa ahora sobre la camilla mientras sus familiares lo velan. En su rostro hay una expresión que no existe desde hace treinta y ocho años: sus labios arqueados hacia los pómulos, una ceja más alta que otra.
Los adultos no fueron capaces de notarlo, pero su bisnieto de seis años lo vio perfectamente, por más que nadie quiso creerle cuando gritó en medio del velatorio:

- ¡Eh! El Bisa me acaba de guiñar un ojo.

(G, mayo 2007)

martes, 1 de enero de 2008

Año nuevo, vida nueva.

Estos días se llenan de buenos propósitos: "este año, me pondré a dieta"; "este verano, me tomo tres semanas seguidas de vacaciones"; "dejaré de fumar en cuanto pasen Reyes"... Mi propósito para el 2008 es dar forma a este blog, porque me fuerza a ir "enseñando" lo que escribo (aunque nadie lo mire, je je...), a ordenarlo, a recopilarlo, a ponerle título (mira que me ha costado el que acabo de subir, "El jurado").

Las Navidades me deprimen. Parece que no soy nada original en ésto. Resulta que indagas un poco y a nadie le gustan estos días: salen a la luz los pequeños y grandes dramas familiares, los monederos adelgazan, los cuerpos engordan -en gran parte, "sin pena ni gloria"-. He podido aprovechar unos días en mi retiro particular para sacar fotos, escribir, leer, pasear y dormir muchísimo.

De mis escritos he subido lo único "subible", el resto son cartas y reflexiones aún sin madurar. Se trata de un experimento nuevo pues estos micro-relatos suelo olvidarlos. Los que recuerdo son porque me parecen mejores que el resto. Y ésta es mi pretensión: ir trasladando lo que escribí y que el tiempo no lo ha hecho despreciable a mis ojos.

Suenan los valses de Strauss en la tele mientras siento, una vez más, que la escritura es mi principal salvavidas.

RELATO BREVE: El jurado


- Está claramente influido por tendencias estoicas, siendo su máximo exponente la utilización del verbo tragar que, en el fondo, busca desviar la auténtica emoción.
- Yo encuentro el texto entero empapado de un profundo lirismo, su musicalidad alcanza cotas de prosa poética y si no de poesía, por una cuestión meramente formal, que no de fondo.
- Su mención a uno de nuestros grandes denota una formación clásica. Por otra parte, la técnica narrativa es depurada pero realista, podríamos decir a medio camino entre Chejov y Bukowsky.
- Tiene sin embargo, un final sorprendente que no encaja bien con la línea general de la carta. Recuerda el naturalismo español tipo Galdós, acercándose como digo, en sus últimas líneas, más bien a una sensualidad al estilo de Madame Bovary.

- Señores y señoras del jurado, si les parece, volvamos a escuchar de nuevo a la concursante seleccionada. Tal vez su tonalidad, o el énfasis que ella ponga sobre unas palabras u otras, incluso sobre unos fonemas u otros, arroje la luz que determine nuestro veredicto.
- Escuchemos pues – dictaminó el Presidente de la Mesa.

La muchacha metió a toda prisa la lima en el bolsillo de su chaqueta. Aún tenía algunos piquillos en las uñas. Se acercó al estrado y cogió con suavidad el papel que aquel señor le tendía. Abrió el sobre que decía:

IV CERTAMEN - CONCURSO LITERARIO. TEMA: “Carta de desamor”.
INSTITUTO OFICIAL PARA EL ESTUDIO Y PROMOCIÓN DE LA LENGUA Y LITERATURA ESPAÑOLA.
UNIVERSIDAD DE PIENSÉPOLIS.
Concursante nº 363

Y, procurando no rozarse la punta de los dedos, sacó el papel de su interior y leyó como quien piensa en voz alta:

Querido Alberto:
No me andaré por las ramas, estoy jodida porque ayer te pillé con la tonta de tu vecina. Me tienes hasta las mismísimas. Ya lo he decidido y no hay vuelta atrás: lo nuestro se acabó. Sé que lo pasaré mal una temporada, pero ya se me pasará.
¿Sabes lo que te digo? Que estoy deseando cortarme estas uñas de vampiresa que tanto te excitan. Además, no pienso tragarme en mi vida ni un solo video-clip más de “La nariz de Góngora”. Joder, que a gusto voy a estar.
Hasta nunca, tu Pili, que ya es simplemente,
Pilar .