domingo, 29 de noviembre de 2009

S-9 El hilillo

- Ese va a por ti – musitó Julia, mirada al frente, mientras se acercaba el enfermero por nuestra izquierda.
Y casi me lo creo, de no ser por la baba…
Lo de Julia comenzó una noche de fiesta inocente, como tantos otros jóvenes. La encontraron la madrugada siguiente en un descampado, la ropa arrancada, el cuerpo magullado; los sesos heridos de muerte.
Ahora vive con las Hermanitas de los Desamparados, donde hay otros muchos como ella. Pese a los cuidados que, me consta, le prodigan las monjas, no he conseguido arrancarle esa sonrisa suya, cautivadora en otro tiempo. Sus ojos miran sin ver y de la comisura de sus labios pende, constantemente, el hilillo.

CONCURSO Micro-relatos Cadena Ser.
Otoño 2007.

S (8) Perra Vida (III)

- Hasta siempre, Vladimir – debí decir al ruso, que tan amablemente me había tratado.

Me contó que había llegado hasta aquí detrás de una mujer que le sorbió los sesos y su escaso capital. Una vez arruinado y en plena estepa castellana, lo que más añoraba no era su profesión de otorrino, ni el olor a puerto del pueblo que le vio nacer; tampoco el regazo tan acogedor de aquella hembra. Lo que más echaba de menos Vladimir era Cuco, su perro. Por eso, mi presencia le alegró la vida… hasta que el dueño de la gasolinera dijo “basta”.

Debí despedirme, pero no lo hice. Tan sólo moví el rabito frente a él al marcharme con Paco.

Concurso Micro-relatos Cadena Ser.
Otoño 2007.

domingo, 22 de noviembre de 2009

S (7) Perra Vida (II)

- Ese viene a por ti – dijo el muchacho apoyado en el surtidor.
Ya me estaba acostumbrando al fuerte olor y al desfile de coches entrando y saliendo. No se estaba mal, me dejaban corretear a mis anchas, pero echaba de menos calor de hogar.
Desde que ella había salido disparada de la gasolinera sin dejar rastro, confiaba poco en el género humano. De modo que al escuchar estas palabras, estiré las orejas dejando rígido y quieto el rabo.
Efectivamente, aquel hombre acudía en respuesta a nuestra oferta en Tele-Anuncio: “Regalo precioso dálmata, cariñoso y juguetón, a quien pueda cuidarlo”.

Micro-relatos Cadena Ser.
Otoño 2007.

sábado, 21 de noviembre de 2009

S (6) Perra Vida (I)

Aquel sería el primer gesto maternal consciente que recuerdo. Después vinieron más. Muchos más. Demasiados.
La casa se llenó de gorjeos y ya nada volvió a ser como antes.
Lo peor llegó con el verano. Un día, ella cogió el equipaje y al bebé y salimos rumbo al pueblo. Paramos en la gasolinera, como otros años, pero esta vez sí me dejaron saltar del coche. Cuando quise darme cuenta, por más que ladré y ladré y corrí y corrí, nada: ni rastro de ellos.
Me recogió Paco y ahora vivo con él. Me siento a salvo. Deduzco, por su olor, que nunca tendrá un bebé.

Concurso micro-relatos Cadena Ser, octubre 2007

martes, 17 de noviembre de 2009

S (5) Familia feliz.

(Más sobre el amor a los 50).
Son maduros pero se conservan joviales. Están en buena forma física y mental, aunque las canas ya son visibles y el abdomen ha ganado curvatura. Son aceptablemente guapos, razonablemente sanos, aparentemente felices.
Trabajan en una multinacional (él) o en la Administración (ella), en un puesto ya consolidado, de considerable prestigio aunque algo aburrido. Tienen dos hijos, varón y hembra, estupendos chicos que nunca les han dado problemas dignos de consideración.
Este año harán sus bodas de plata e invitarán a su familia y a sus amigos que responden, casi todos, a su misma descripción. Lo celebrarán en un restaurante u hotel y será como volver a casarse: tarta y orquesta, sólo que ahora también están los niños, que participan con ilusión en la fiesta de papá y mamá.
No hay en sus vidas ninguna grieta por la que se les haya escapado algo impredecible.
Son sus conversaciones siempre parecidas, educadas, versan sobre generalidades y sobre todo, sobre sus hijos: qué estudian, cuál es el deporte en el que destacan, qué les compraron, dónde fueron de vacaciones... Son en fin, la pareja ideal que yo no tuve, la prole perfecta que no supe construir. Inspiran algo de ¿sana? envidia, también suscitan la duda sobre si todo ese castillo se sustentará sobre cimentación sólida o sobre arenas movedizas.
Ellos seguramente sienten, cuando me miran, que perdieron su libertad pero… ¡están tan orgullosos de su familia!

Las estadísticas (me dijo Manolo Diego, psicoterapeuta) cantan que hay:
- Un tercio de uniones estables.
- Un tercio que deciden romper el vínculo.
- Un tercio que no funcionan pero no se atreven a romper.

(NOTA POSTERIOR: sin duda lo peor es estar en el tercero de los casos).

lunes, 16 de noviembre de 2009

Hasta las mismísimas

Ahora resulta que no funcionan los enlaces.
A estos del blogspot les falta un aire ¿no?

domingo, 15 de noviembre de 2009

S (4) La cuarta edad.

Organizó su nueva vida de jubilado meticulosamente: después de levantarse a las ocho de la mañana, se aseaba y enfundado en su chándal, caminaba a paso ligero durante una hora por el parque. Una ducha reconfortante y desayuno a base de una pieza de fruta, un yogur desnatado con bífidos edulcorado con azúcar de caña integral y un puñado de muesli. La mañana se consumía en limpiar y ordenar su hogar, hacer la compra y cocinar, y aún le sobraban un par de horas para leer a los clásicos.

Su almuerzo consistía en doscientos gramos de verdura hervidas aderezadas con una cucharadita de aceite de aceite de oliva y vinagre balsámico, pescado al horno o filete desgrasado de ave a la plancha. Nada de sal: sólo ajo, perejil y otras especias favorecedoras de la circulación sanguínea y reductoras de los niveles de azúcar y colesterol. Sus tardes, tras una breve siesta, consistían en un paseo y visitas a galerías de arte, tertulias literarias o conciertos de música clásica y la asistencia a alguna ONG o asociación sin ánimo de lucro como voluntario. A últimas horas vespertinas, lunes, miércoles y viernes a las clases de Tai-Chi que organizaba el Ayuntamiento, mientras que los martes y jueves estaban reservadas para Pilates. Completaba su jornada una cena frugal a base de tortilla francesa o un huevo cocido, un poco de queso fresco desgrasado y dos piezas de fruta. Todo ello acompañado de un par de tostadas de pan integral sin sal, sin azúcar y hasta sin pan.
Y antes de abandonarse en brazos de la noche, aún le dedicaba un tiempo a la meditación o a la lectura de algún libro sagrado.
Y así, vivió con un envidiable estado de salud hasta los ciento tres años.
El día de su cumpleaños, se permitió la dulzura de vaguear en la cama hasta, por lo menos, las once de la mañana. Llovía mucho y se dijo que ya no tenía edad para empaparse, de forma que renunció a su paseo por el parque y se quedó a contemplar la lluvia por la ventana y escuchar su sonido. Arrastrado por la pereza, llenó su bañera y se sumergió sintiendo el placer del agua jabonosa sobre su piel. Decidió que era un buen día para gastarse algún ahorrillo e invitar a su hija, sus nietos y bisnieto a comer en algún restaurante. Fueron los cinco a un asador donde degustaron cochinillo asado con patas fritas, después de unos langostinos de aperitivo. Lo acompañaron con varias botellas de vino tinto (el más caro de la carta) y finalmente brindaron con cava. Los pastelitos con nata y chocolate de postre le recordaron otros tiempos ya casi olvidados, y se emocionó con las imágenes y sensaciones que vinieron encadenadas a la rememoración de esos otros tiempos. Por la tarde rieron juntos viendo un programa de chismorreo en la tele y, como estaba algo pesado por la comida, ese día no asistió a su clase de Tai-Chi. Sin embargo, para acabar de celebrar que ya había vivido ciento tres años, a última hora de la tarde tomó un par de cañas de cerveza con un pincho de boquerones fritos y otro de callos. Aquella noche Morfeo le llamó suavemente, pero la Parca se lo arrebató de su regazo.
Su cadáver reposa ahora sobre la camilla mientras sus familiares lo velan. En su rostro hay una expresión que no existe desde hace treinta y ocho años: sus labios arqueados hacia los pómulos, una ceja más alta que otra. Los adultos no fueron capaces de notarlo, pero su bisnieto de seis años lo vio perfectamente, por más que nadie quiso creerle cuando gritó en medio del velatorio:

- ¡Eh! El Bisa me acaba de guiñar un ojo.

(G, mayo 2007)

sábado, 7 de noviembre de 2009

S (1) ¿Por qué escribo?

http://adu-literatura-varios.blogspot.com/2007/12/porqu-escribo.html

Ciprés con parra en el patio del Palacio de Fuentesauco.

Colección SELECCION (1)

Hola chicos, chicas, chiquis, aquí estoy otra vez. A partir de ahora iré colgando mi selección previa para que hagáis lo que queráis (cuando os pido colaboración, pasáis de colaborar y hacéis bien).
Espero que sigáis entretenidis.
Besis a todis.

NOTA POSTERIOR.
Hoy he decicido que iré haciendo links en lugar de copiar y pegar todo el texto.
Nihil obstat, vaya cultismos que me marco, me está dando problemas el blogspot de los ovarios de modo que iré también vocándolo a mi pendraiv nuevo.
Hale.