jueves, 24 de septiembre de 2009

Crónicas de un pueblo (11)


Una de las cosas que más me gustan de esta ciudad son las tiendas tradicionales. No hay muchas pero algunas aún quedan, como ferreterías en las que se puede comprar un orinal de loza, por ejemplo. Le dan un aire muy urbano y cosmopolita.
Ahora que es tiempo de vendimia y recogida de frutas, algunas personas exponen su mercancía en los portales o garajes de sus casas y los venden a muy buen precio.
En estas tierras se dan bien los melocotones (que no son como los de Aragón, son menores y más duros pero ricos de sabor), los higos y por supuesto, las uvas. Ayer pillé esta tienda abierta que tiene una balanza como la del Sr. Eulogio, el de la tienda de ultramarinos de mi infancia en Madrid. Qué cosas, me debo estar haciendo muy pero que muy mayor, contando batallitas como mis abuelas...

5 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Cómo recuerdo la tienda de ultramarinos en la que compraba mi madre cuando yo era pequeño.

Isabel Huete dijo...

Marcelino tenía un mechón completamente blanco repeinado hacia atrás como todo el pelo. Era el dueño de la tienda de ultramarinos a la que iba de pequeña con mi abuela en el Pº de la Infanta Isabel, donde vivíamos. Todavía está el local con el cartel pero lleva cerrada por lo menos 30 años.
Esa frutería tiene una pinta estupenda. Me parece una gozada que se vendan todavía las cosas así.
Besazos.

J. G. dijo...

Lo de siempre, tiene que haber cosas que nunca deben de perderse.

Marina dijo...

Cuando yo me casé compraba en una tiende en la que había practicamente de todo, muy cerquita de mi casa... luego vinieron los super y payá que nos fuimos todos como borregos. Me gustaba esa tiendA.
BESOS GUAPA

Magui dijo...

O prédio também é belíssimo.Deu-me idéia para a porta de entrada da minha casa que já é de estilo mediterrâneo..