domingo, 11 de enero de 2009

Australia.


YO CANTO PARA QUE TÚ VIENES.
De no ser por la insufrible traducción del narrador, que es el niño Café con leche, y por su larga duración, la película estaría bien. Me hubiera gustado verla en V.O. pero no es costumbre en estas latitudes.
Nicole Kidman -que a mí se me asemeja a Natalie Wood, Audrey Hepburn y estas actrices de la buena época del cine norteamericano, que llenaban la pantalla con su presencia- está preciosa y como siempre, muy en su papel, ya sea vestida de seda o de fatigada cow-girl.
La película es en realidad dos películas: la primera, que recuerda mucho a las clásicas del Oeste, y que está bastante bien. La segunda tira a super-producción más moderna, con fuego, efectos de sonido, suspense (se mueren, no se mueren... el corazón en un puño) y es una más.
Tiene el mérito de denunciar el asunto de la "generación robada", niños mestizos que fueron arrancados de sus madres y entregados a las misiones (con la Iglesia hemos topado), por lo que las autoridades australianas han perdido perdón -hace bien poco- treinta y tantos años después. Café con leche, Nala, es uno de estos niños, y nos mira con unos ojazos negros de espesas pestañas que traspasan.
La canción que sirve de estribillo a toda la trama es un homenaje a Judy Garland en "El Mago de Oz", detalle que se agradece.
Pues eso: que la peli debía acabar cuando se besan. Como en las clásicas: aguantaban toda la peli sin arrimarse, hasta que se rendían, y después solo unos minutos para tutearse y THE END. Cosas de las dobladoras porque you en Inglés significa y usted. En las pelis clásicas no salían las sábanas y tenía como más morbo. En fin, aquí sigue y sigue y casi dos horas más. Puf. De no ser por Nicole...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Plufff, no me gustan las del Oeste
(sí ya, que lo he entendiiido, que no es del oeeste) ¿y encima larga como un día sin pan? pues con una crítica así... ni Nicole ni leches, yo paso de verla!.
Gracias hermosa.