domingo, 25 de enero de 2009

Género neutro.

COME-COCOS GRAMATICALES Y LITERARIOS DIGNOS DE DESAPACIBLE TARDE DE DOMINGO INVERNAL.
En nuestra lengua existen dos géneros al uso, ya que el neutro se usa muy poco; sólo existe como abstracto (*). A mí me gustaría que existiera un término global que designara lo genérico. Así, se evitaría el uso de la arroba que se puso de moda hace unos años (la primera vez que lo vi fue en algo relacionado con Greenpeace). Hubo un tiempo en que yo también utilicé la @, hasta que alguien me identificó con el Movimiento Violeta y ya se sabe que huyo de las etiquetas como de la peste.
Sí, ya sé que cuando se dice “hombres” se puede hacer en sentido genérico, pero el dilema es que también puede no hacerse.
Un día, un colega zamorano dijo:
- Debería existir una forma neutra, como en Latín, para no tener que recurrir a lo de “vascas y vascos”; por ejemplo, “vasquis”.
Aparte de parecer una exclamación en boca del Hommer Simpson de los primeros tiempos, la idea me pareció buena y a veces lo uso en una versión libre y personal de lo genérico (“Amiguis artistis”, pongamos por caso).
Un día, re-escribiendo “Leo” (entrada de ayer), se me ocurrió que no quería que se supiese si el protagonista es un hombre o una mujer: me apetecía que cada lector pudiera interpretarlo como quisiera, incluso que saboreara esa indefinición. Me costó cambiar todos los artículos, evitar palabras y expresiones que tuvieran un claro carácter masculino o femenino y en fin, le di vueltas hasta que, probablemente, quedó manido, perdió espontaneidad y no vale ya nada si es que un día valió algo. Pero en definitiva, como no escribo para ser premiada, me dedico a ejercitar sin más. Aquí debo mencionar que me echó una manita un coleguilla, bien conocido de cuatro de los cinco lectores que tengo.
La neutralización también intenta estar presente en el relato “Bodas de estaño” en el cuerpo que hay tendido en la cama y en quien lo observa y también, en el modelo del artista del escultor y en el escultor mismo de “Modelo de artista”. Este último quería ir más allá, y que no se supiera si la historia de amor surge entre modelo y artista, entre el artista y la escultura, o un pupurri de todo a la vez.
Una da hasta donde da, y no sé si lo consigo o no. Tampoco importa demasiado porque mientras lo hago, lo paso estupendo. No arreglo el mundo, pero tampoco asesino a nadie, ni contribuyo a que aumente el hambre o la miseria –que yo sepa-, ni me dan tentaciones suicidas. Mi escritura no busca fines éticos ni pretende ser un acto moral; escribo por purito egoísmo: me hace sentirme bien.

(*) Admito correcciones, siempre. Aunque proteste, en el fondo lo agradezco.

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