martes, 9 de diciembre de 2008

Luna de sobremesa.

Hay días en que no pasa nada y otros en que nos pasa todo. Una emoción dulce no me dejó dormir. Y con el día llegó otra esperada, amarga, que me viene persiguiendo sin descanso.
No sé qué prefiero: si de una en una, o ambas a la vez, tal que se conjuguen.
Salí corriendo después de comer y en frente mío estaba la luna a plena luz. Sonaba por la radio del coche algo de Amaral y el reloj marcaba las 16.28 (sólo tengo memoria fotográfica). Cuando sucede ésto trato de imaginarme el mapa: el Sol, la Tierra y el satélite, pero no fuí capaz.
Después, ya de noche, me tendieron varias manos abiertas. Pude reconstruir el mapa pero ya no había luz del sol. Para esas manos, mi gratitud.
La eternidad es para los que distinguen la belleza dentro de la penumbra.
¿Quiero eternidad?

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¿Qué decir cuando no se puede contar la verdad?
Los inteligentes hablan porque tienen algo que decir, los tontos porque tienen que decir algo.
(Platón, creo).

1 comentario:

Donce dijo...

No sé si la quieres, pero la tienes, hermosa. Aquí la hay.
Caraajos!!