sábado, 5 de diciembre de 2009

S-12 Fuerza Cuatro


Empezó con un golpe seco y breve, muy breve; una caricia brusca. Y cesó.
Después del primer instante, ella volvió a lo suyo y permaneció silenciosa.
A los pocos segundos, llegó un empujón, prolongado y con fuerza. Entonces sí, ella se volvió hacia él desafiante, con tanto desparpajo como temeridad. No dijo nada, pero silbó.
Cualquiera hubiera vaticinado: “viene loco y con furia, dispuesto a todo, tú eres frágil: te va a poder... ¡cuidado!"
Él embistió; arrancó sus adornos y la despojó de su leve vestimenta.
Ella se resistía moviéndose en todas las direcciones posibles, se agitaba, gritaba, se revolvía... pero la fuerza de él todo lo abarcaba presionando brutalmente.
Las bisagras de su intimidad cedieron poco a poco ante el dolor y el destino.
Finalmente, consiguió penetrar.
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Ha dicho el hombre del tiempo que esa tarde el viento superó los cien kilómetros por hora. La ventana de Doña Pepita, con el visillo tan coqueto -las campanitas de navidad pegadas con celo en el marco-, quedó hecha trizas. No se salvaron ni los herrajes.
Lo peor es que ahora la pobre ni siquiera encuentra la póliza multi-riesgo hogar, con el frío que hace.


Salamanca, primavera de 2005. Taller de Las Conchas.

2 comentarios:

Sinda dijo...

Adu: este micro-relato, que me encantó, lo sacaste ya hace meses.
Besos muuuuy cariñosos.
PS: que sepas que sigo leyendo los blogs, lo que pasa es que no tengo tiempo de más.

Adu dijo...

Ya lo sé, Marie Sindie, lee mi entrada del 31 de octubre: estoy en proceso de regurgitar y seleccionar.
Vale, te presiento por aquí y por allá.
Besos también.