Las lágrimas de Eros empaparon mis pañuelos de papel dentro del bolso.
Tuve que fabricarme como pude uno de tela para cubrir, al menos, la punta de mi lápiz de labios que amenazaba con hacer travesuras.
Ahora cada vez que voy a un Museo, me detengo en los cuadros y lloro, lloro, lloro… De esta forma al menos son solo mis lágrimas las que empapan mis pañuelos.
¡Ay los Narcisos!
Hace 1 día
2 comentarios:
Si ya sabía yo que tanto museo en tan poco tiempo, no podía ser bueno... jaaaaaaaaaaajjjaaa.
Venga mujhé, que sí, que está muy bien "surrealizado".
Muacc
¡Ya te vale! Jaajaja.
¿Y de dónde sacaste la tela, eh?
Es que las puntas de lápiz de labios se derriten por la caló... Jejeje.
Besis, llorona.
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