miércoles, 25 de marzo de 2009

Sin rumbo fijo.

Camina al atardecer de sus días. Callejea sorteando sombras. Mira alrededor y ve algún dios colgado de las ramas de un árbol, al que siente ganas de tomar para llorar sobre él, o para reír y hablarle de su levedad. Presiente algún alma que evita palabras caídas desde un balcón. Vaga por caminos tantas veces transitados. Franquea una puerta y escucha el sonido del agua.
Así va por su vida: sin rumbo fijo.


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3 comentarios:

Sinda dijo...

Te gusta la piedra de mi tierra, eh ladrona?
Cuántos recuerdos me remueves!
Anda, dale la vuelta a la fuente, que ya me duele el cuello.

Isabel Huete dijo...

Al menos la cancela estaba abierta y pudo escuchar la música del agua...
¡Ojalá todos los rumbos no fijos fueran así!
Besis.

Adu dijo...

Darle la vuelta, je je... es que no sé cómo se hace (no es como las fotos)... lo dejé así para ver si alguien decía algo. Di a tu hombre que te dé un masajito en el cuello.
Siempre hay alguna puerta, Iway, y alguna música para escuchar, recuerda al Pensador.
Gracias por estar ahí, chicas.
BBD a todis.