domingo, 20 de abril de 2008

"Quién de nosotros", de MARIO BENEDETTI.

FOTO: cartel publicitario en una calle de Damasco. Abril 2008.
"Quién de nosotros", de MARIO BENEDETTI.
Novela corta (o relato largo), historia de un triángulo.

Quiero empezar por reconocer que tengo este triple pensamiento maníaco:
- Cuando veo-leo-escucho algo que me considero capaz de hacer, pienso
"esto es muy fácil, luego no es bueno".
- Si algo que veo-leo me parece inimitable por mucho tiempo que yo le dedicara, pienso: "esto es genial".

- Si no entiendo lo que leo-veo-escucho, pienso: "esto es muy snob, no tiene ni pies ni cabeza".

Además de la escasa objetividad que existe en juzgar al Arte según este personalísimo baremo, supone, reconozco, un acto de supremo egocentrismo que dice poco a mi favor. Pero es así y reconocerlo en este blog ha supuesto para mí un alivio inmenso.

¿Y a cuento de qué viene ésto?: este pequeño libro de Benedetti me ha hecho sentir las tres cosas. En su primera parte ("Miguel"), dice cosas tan sugerentes como:


[... Hubo un tiempo en que me creí inteligente... pero llegó el momento... y me encontré con una incapacidad total para efectuar un balance, para inciar una contablidad...
... Hubo un tiempo, asímismo, en que me creí capaz de sufrir y disfrutar una de esas pasiones sobrecogedoras que justifican una existencia... Sólo mucho tiempo después me daba cuenta de que nada había existido, de que la pretendida pasión me desbordaba a priori...
... De modo que, perdida la esperanza de creerme inteligente o apasionado, me queda la menos presuntuosa de saberme sincero.]
...
[... Quería creer que la muerte se abría ante mí como la única puerta en un recinto axfisiante. No estar, así se resumía la esperanza.]

La segunda parte ("Alicia") de tan tan breve me sugiere que el autor no sabía ponerse a hablar en boca de una mujer (?), que se encontraba perdido. Flojo.

La tercera ("Lucas") me ha costado, redios. No entiendo el juego entre lo que es y lo que se imagina, se confunden y funden los personajes "reales" y los literarios.

En resumen: en "Miguel", Benedetti está a la altura casi de sus poemas de amor "... y también viceversa" (los políticos se me hacen áridos) y de "El niño Julius". En "Alicia" le veo alcanzable, mediocre, y en "Lucas" pedante. Pero admito que, como otras tantas veces, tal vez es que aún no he alcanzado el grado de madurez literaria necesario para saborearlo.

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