Dame, Señor, un poco de sol, algo de trabajo y un poco de alegría.
Dame el pan de cada día,
un poco de mantequilla,
una buena digestión y algo para digerir.
Dame una manera de ser que ignore el aburrimiento, los lamentos y los suspiros.
No permitas que me preocupe demasiado por esta cosa embarazosa que soy yo.
Dame, Señor, la dosis de humor suficiente como para encontrar la felicidad en esta vida y ser provechoso para los demás.
Que siempre haya en mis labios una canción, una poesía o una historia para distraerme.
Enséñame a comprender los sufrimientos y a no ver en ellos una maldición.
(Fragmento de "Oración" de Tomás Moro, 1478-1535).
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