El mar está enfadado y ruge como un león. El cielo le devuelve el agua que el sol robó unas horas antes, el día anterior o quizá alguno de más atrás. Caen las gotas escupidas por las bocas gigantes de los dioses que habitan allá. El mundo en blanco y negro, enorme, solitario, poderoso. Así ha empezado mi año.
A veces echo de menos creer en Dios para dar gracias a alguien por sentir que estoy viva y formar parte de este cosmos que me maravilla y me atormenta al mismo tiempo.
Aunque mi mayor suerte es necesitar escribirlo y poderlo hacer. Y que tú me leas.
A veces echo de menos creer en Dios para dar gracias a alguien por sentir que estoy viva y formar parte de este cosmos que me maravilla y me atormenta al mismo tiempo.
Aunque mi mayor suerte es necesitar escribirlo y poderlo hacer. Y que tú me leas.
3 comentarios:
Muy bueno, cuando sacas tu vena lírica, siempre das en el blanco.
Gracias... Quien eres?
Hola Adu, soy María. Me ha encantado. Como también me ha gustado el de las lágrimas, me parece que tiene la medida justa para describir un sentimiento que nace en el estómago. El final es redondo.
¡Estás que te sales!
Un beso.
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