Benditas sean las Musas
por su descenso
bailando en torno a mi mesa
coronando mi incipiente calva
con Laurel.
Allen Ginsberg
“Sandwiches de realidad”
por su descenso
bailando en torno a mi mesa
coronando mi incipiente calva
con Laurel.
Allen Ginsberg
“Sandwiches de realidad”
El artista se fabricó una musa a su medida. Tomó de una mujer su cuerpo, de otra su cerebro. De una sus manos, de otra su melena. De una sus ojos, de otra sus labios. De una su sonrisa, de otra su mirada. Porque ojos y mirada no son la misma cosa, como no lo son labios y sonrisa. De una, tomó el dedo meñique del pie izquierdo, de otra ese lunar cercano al ombligo que nunca vio. Y con este rompecabezas consiguió romperse un poco la cabeza, pero solo un poco, lo suficiente para no perder la costumbre de seguir produciendo sus piezas, que unas veces eran de arte y otras de ciencia. Tal vez era Leonardo da Vinci.
Ellas nunca se supieron parte de un todo indivisible y mágico que solo existía en la hiper-realidad en la que vivía el artista y, de este modo, siempre se sentían aludidas. Las alusiones daban lugar a veces a situaciones bastante cómicas. El artista se carcajeaba secretamente del monstruito que se había inventado y de las interpretaciones que daban a sus palabras lanzadas al viento.
Un día, entre todas ellas urdieron un complot: decidieron intercambiarse sus atributos. Cuando el artista, dispuesto a enfrascarse en su rutina creadora, la imaginó, su Musa le miró de soslayo con ojos de mico entrometido. Con expresión seca y huidiza, le acarició con manos ásperas y torpes. Lo peor fue la confabulación del lunar del ombligo con el dedo meñique del pie izquierdo: entre los dos lo atacaron como insectos ávidos de alimento. Picaduras y ronchones aparecieron en todas las partes visibles y no tanto del cuerpo del artista. Lo dejaron, en fin, hecho una ampolla andante, una piltrafa...
Fue una curiosa experiencia. “Quien a hierro mata, a hierro muere”, le dijo el travieso lunar a la uña diminuta.
Esta tontada se la dedico a quien él ya sabe, con todo cariño (porsi).
11 comentarios:
Es arriesgado provocar y alimentar la cólera de los olímpicos. Pero sin conflicto con los dioses nos aburriríamos.
Tu artista, por lo que cuentas, parece jugar a ser más Frankestein que Leonardo. Eso sí, si toma belleza el resultado final será bello, con lo que él mismo se redime.
No me gustan los comentarios anónimos. Te lo subo porque no censuro nada, pero quiero que sepas que no me gustan.
Bueno, cari, pues supondremos a riesgo de equivocarnos quiés es ése al que dedicas esa historia con moraleja... Yo te podría decir algunos personajes que conozco a quienes este relato les calza como el zapato de la cenicienta.
No existe la mujer perfecta, ni el hombre, y quien no quiera entenderlo que se compre un abanico.
Besazos, listura de mujer.
Perdón, perdón para este pobre mortal. Pulsé en publicar antes de poner mi nombre. Lo subsano ahora mismo.
Fernando
Según el diccionario...
MUSO: Gatomuso: hipócrita, solapado.
Cachisssss, quizá por eso hay tan pocas poetisas -conocidas-
Donce: que JL Morante me dijo que se decía POETA, y no poetisa.
Isa: supones bien, querida, y no digo nada más...
Fernando: oye, tú no serás el concejal con el que discutí el otro día, no, no puede ser... ese no puede escribir con tanta corrección. Encantada de tener un nuevo fan.
Un muso-puzzle... ¿y si probara yo esa experiencia? No, quita quita, que luego la gente se cree que eres lo que escribes (y eso que yo ya digo bien clarito que esto NO es un diario)... Ja ja que hoy estoy faltona, qué le vamos a hacer.
Besas tardes a todis.
Es que ya no sirve para nada fabricar musas a trocitos...
A ver fermosa, que esta conversación ya la he tenido varias veces...
Pues dile a tu Morante que eliminen el vocablo del diccionaire. Que sé que en el ambiente literario -poético- siemmmmmmmpre utilizan "poeta" (hombre/mujer) pero como poetisa también está bien dicho.... pues ea.
Y mira que yo hablo mal que te cagasssss, pero también tuve esta conversación con mi Urceloy y creo que hasta con el filólogo Rómar.
¡Poetisa,poetisa y poetisa! (pq venía como anillo al dedo en mi comentario anterior).
Jejé, que hoy estoy contestona.
Un besito
El problema surge, creo yo, que pudiera ser que no, cuando el artista, cualquiera que sea su condición, se piensa que la Musa, hecha o deshecha, le pertenece (ellas, en este caso) y que está sujeta a su cintura. Entonces llega un momento en el que las iras de los dioses se desatan y el artista, poeta, efímero Don Juan, debe suejtar a su Musa del viento huracanado, porque lo de la cintura no funciona. ¿Dónde agarrará a su Bien?, ¿del lunar? ¿de la melena? ¿del dedo meñike!...¿...? ¡¡¡Chungo!!
Un beso Adulinda querida. (es que hoy me toca bruja jejejeje)
Las musas de los artistas son inexistentes en realidad porque la realidad nunca puede superar la imaginación pero, para eso están, para que el artista se supere a si mismo con su creación inventandose todo lo que la realidad nunca le aporta.
La realidad siempre supera la ficción; siempre, siempre, forever and ever and ever, Moja...
Marina, hoy es otro día y ya se ha desató la cólera de los dioses, ahora tan solo queda dejar que el tiempo amaine el temporal, que él (el tiempo) suele poner las cosas en su sitio.
Donce, bonita, díselo tú al Morante que yo hace días que no lo veo y además, en el fondo, me da lo mismo poeta que poetisa porque yo ni uno ni lo otro. Pedazo de poetisorra, nena.
Besas tardes de caluroso domingo estival.
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