Cayó en mis manos por pura casualidad: ejemplar editado cuya venta, por un precio simbólico, es inseparable de algún diario. Tanta casualidad como que no suelo comprar prensa, pero así sucedió no recuerdo cuándo ni dónde. Y andaba olvidado en la estantería hasta que me dio por ahí. Pensé: “imposible que yo me trague estos tomazos de más de trescientas páginas cada uno” y lo empecé con total escepticismo, ni siquiera había oído hablar del autor, Wilkie Collins, mi única referencia era que Jorge Luis Borges había dicho que era una buena novela, bien poco.
Pero he aquí que me atrapó, sí señor. Y es que como escribí ayer hablando de la película, donde hay oficio… ¡se ve beneficio! (no sé si me lo acabo de inventar o es algún “lugar común” parasitado en el disco duro de mi memoria). Está bien escrito y bien traducido, increíblemente atado y todo “bien atado”. Nada sobra y nada falta para el objetivo de la narración. Descripciones minuciosas de paisajes, me llamó la atención la desolación de un pueblo que se está haciendo, curioso, hacia la mitad del volumen II. Un sinfín de personajes bien retratados, consistentes, en un variado rango: principales (las hermanas, el dibujante, el Conde Fosco), segundo plano (el marido, la esposa, el tío e incluso la “dama de blanco” que da título a la novela), y hasta un tercer nivel de importancia de personas que aparecen en momentos puntuales y a veces, reaparecen.
No me avergüenza decir que me ha entretenido, y mucho. Me ha intrigado y me ha emocionado en ocasiones, no muchas, pues bien el tratamiento sobre conceptos como honor, pecado y hasta amor, no han resistido el paso del tiempo. Pero no importa, tiene el valor testimonial de la sociedad del hace dos siglos.
He leído después, que esta novela junto con la otra del mismo autor, “La piedra lunar” que no me pienso perder, son las primeras obras policíacas, género que tan bien han sabido explotar los ingleses.
En fin, que encantada de conocerte, Wilkie, nos volveremos a ver. No creas que es fácil embaucarme con novelones, no, tienes mucho mérito.
NOTA POSTERIOR del 18 de octubre. En septiembre de 2008, leí "La piedra lunar" su otra novela. Conseguí acabarla pese a sus casi seiscientas páginas en letra pequeña (gracias a las vacaciones) pero me resultó algo pesada y también algo ingénua: los "malos" nos caen mal y sentimos simpatía por "los buenos". Se me derrumbó un poco el autor, pero estuvo bien: lo descubrí y lo enterré en un periodo muy corto. Fue una sana aportación.
Pero he aquí que me atrapó, sí señor. Y es que como escribí ayer hablando de la película, donde hay oficio… ¡se ve beneficio! (no sé si me lo acabo de inventar o es algún “lugar común” parasitado en el disco duro de mi memoria). Está bien escrito y bien traducido, increíblemente atado y todo “bien atado”. Nada sobra y nada falta para el objetivo de la narración. Descripciones minuciosas de paisajes, me llamó la atención la desolación de un pueblo que se está haciendo, curioso, hacia la mitad del volumen II. Un sinfín de personajes bien retratados, consistentes, en un variado rango: principales (las hermanas, el dibujante, el Conde Fosco), segundo plano (el marido, la esposa, el tío e incluso la “dama de blanco” que da título a la novela), y hasta un tercer nivel de importancia de personas que aparecen en momentos puntuales y a veces, reaparecen.
No me avergüenza decir que me ha entretenido, y mucho. Me ha intrigado y me ha emocionado en ocasiones, no muchas, pues bien el tratamiento sobre conceptos como honor, pecado y hasta amor, no han resistido el paso del tiempo. Pero no importa, tiene el valor testimonial de la sociedad del hace dos siglos.
He leído después, que esta novela junto con la otra del mismo autor, “La piedra lunar” que no me pienso perder, son las primeras obras policíacas, género que tan bien han sabido explotar los ingleses.
En fin, que encantada de conocerte, Wilkie, nos volveremos a ver. No creas que es fácil embaucarme con novelones, no, tienes mucho mérito.
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